A LOS TREINTA AÑOS DE SU HALLAZGO LAS PINTURAS RUPESTRES DEL ABRIGO DEL CABRIEL PROTAGONIZAN LOS MARTES DE LA RACAL



CHARLA ESTE MARTES 5 DE DICIEMBRE
DE SU DESCUBRIDOR VICENTE MALABIA



Hace ya algo más de treinta años, concretamente en la tarde del primer domingo de mayo de 1987, el entonces cura párroco de las localidades de Villalpardo y Villarta Vicente Malabia, acompañado por unos jóvenes de la primera de ellas, descubría en el abrupto y poco accesible paraje de la llamada Hoz de Vicente, también conocido como la Rambla de Mateo, el que a partir de ese momento iba a denominarse Abrigo del Cabriel, una gran oquedad que albergaba más de un centenar de representaciones pictóricas rupestres. Este martes 5 de diciembre, tres décadas después del hallazgo, su protagonista, hoy Director del Museo Diocesano y de la Biblioteca del Seminario Conciliar de San Julián y académico de la RACAL, rememorará el hecho, describirá las características del yacimiento y precisará su actual estado de conservación en una nueva convocatoria de las charlas organizadas cada semana por la Academia Conquense de Artes y Letras. Será a partir de las ocho de la tarde en su salón de actos en la segunda planta del edificio de las antiguas Escuelas de San Antón, junto a la iglesia de la Virgen de la Luz y, como siempre, con entrada libre y gratuita hasta completar la capacidad del local.

El Abrigo y sus pinturas

Enclavado en el término municipal de Minglanilla, en la margen derecha del rio Cabriel, en una zona muy abrupta  y de difícil acceso, el abrigo alberga su centenar de pinturas en dos zonas, una en el abrigo propiamente dicho y la segunda  en una pared vertical a unos veinte metros al oeste de la primera. Realizadas del Paleolítico al Neolítico (del 15.000 al 12.000 antes de Cristo) representarían lo que los expertos han calificado como una facies avanzada dentro del arte postpaleolítico. Encuadradas en el denominado Arte del Arco Mediterráneo muestran diferentes estilos y temática, aunque una similar “técnica pictórica”. Todas se han realizado con tintas planas y son monocromas, predominando el color rojo vinoso, representan tanto figuras humanas más o menos naturalistas,  estilizadas o esquemáticas como grupos zoomorfos (ciervos, al menos una cabra). El abrigo fue declarado Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento por la Junta de Comunidades en febrero de 1997.

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