LA RACAL HOMENAJEA AL PINTOR JULIÁN PACHECO: EXPOSICIÓN EN LA SALA IBERIA

                                                                                    "Muro vespertino"Julián Pacheco. 1990


En el inicio mismo de una semana de intensa actividad, la Real Academia Conquense de Artes y Letras inaugura a las 19,30 horas del lunes 15 del presente mes de abril en la Sala Iberia de la Fundación CCM en Cuenca, una exposición en recuerdo y homenaje del pintor conquense Julián Pacheco, uno de los nombres más significativos de la pintura de trasfondo crítico-social de nuestro país en la segunda mitad del pasado siglo. La muestra recoge una serie de obras, algunas de ellas de gran formato, pertenecientes todas ellas a la colección personal de la familia del artista cuya viuda, Celia Pardo, estará presente en el acto. Los cuadros expuestos permitirán a los visitantes  acercarse a la muy personal trayectoria de este artista, siempre tan preocupado por la carga comunicativa de sus obras, desde la punzante y sarcástica ironía de sus inventados retratos satíricos a la expresividad matérica de sus tan significativos “muros” o la colorista opción de sus últimos trabajos.

Nacido en Cuenca, en 1937, Julián Pacheco se trasladó en la década de los años sesenta  a Barcelona, ciudad en la que, atraído por el quehacer de artistas como Tàpies, Fautrier, Max Ernst, Hartung, Eugène Kurakín o los integrantes de los grupos Dau al Set y El Paso, asumió el carácter activista de las vanguardias y adoptó una postura crítica ante la realidad que ya no abandonaría en toda su trayectoria. También fue en Barcelona donde tuvieron su origen sus luego famosas pinturas de muros, nacidas, según la estudiosa de su obra Mª de la Soledad Caldito Aunión, al contemplar los paramentos y paredes del barrio donde tenía su estudio. Son pinturas de intenso contenido social en las que dibujos, inscripciones y huellas adquieren la categoría de signos lingüísticos sin perder su condición de icono visual dentro de una concepción del arte como lenguaje comunicativo. 
La postura crítica y rebelde de Pacheco no es sólo un rechazo a la concreta situación sociopolítica de esa época en su país sino que se extiende a las propias relaciones con el poder, el sistema y todos sus símbolos de representación. La falta de libertades en la dictadura franquista le lleva a París, donde entra en contacto con otros españoles exiliados como el cantautor Paco Ibáñez, el dramaturgo Fernando Arrabal, los pintores José Ortega, Eduardo Arroyo y el cineasta Miguel Herberg y con el movimiento holandés Provo. Posteriormente se trasladaría a Italia, país en el que establecería su residencia hasta finales de los años 70.
En 1964 es invitado a participar en la muestra “España Libre” donde expone junto a  Picasso, Óscar Domínguez, Julio González, Tàpies, Canogar, Millares y Saura. Tres años después, en 1967, inicia un periodo de figurativismo satírico sobre el franquismo de fuerte expresividad, abordando una temática que hará extensiva al racismo sudafricano, las hambrunas tercermundistas, la tortura o el colonialismo. En 1976 es invitado a participar en la Bienal de Venecia como integrante de una representación de nuestro país que se acogía al epígrafe de “España, vanguardia artística y realidad social 1936-1976”. Fue una bienal polémica en la que se criticó tanto la ausencia de muchos artistas como la presencia de otros que durante años representaron al país bajo los auspicios de la dictadura; Pacheco retiró sus obras en solidaridad con los ausentes. En 1979 volvió a su Cuenca natal para instalarse ya definitivamente en ella hasta su fallecimiento en el año 2000.

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