EL LIENZO DERRUIDO DEL MURO DE LA CALLE ALFONSO VIII DE CUENCA DEBE SER RECONSTRUIDO TAL COMO ERA
Ante las numerosas noticias
aparecidas durante los últimos meses sobre diferentes propuestas de
intervención en el lienzo de muro derruido de la calle Alfonso VIII de nuestra
capital provincial, la
Real Academia Conquense de Artes y Letras, en cumplimiento de
sus obligaciones y de los fines que por su propia condición y estatutos tiene
encomendados, y tras haber tratado el tema en su última asamblea general, desea
manifestar:
1.- El muro de las calles Andrés
de Cabrera y Alfonso VIII, que discurre desde la Puerta de San Juan al
arranque de la calle de Mosén Diego de Valera (Zapaterías) es producto del Plan
de Antonio Carlevaris de 1893 que preveía, como así se cumplió entre ese mismo
año y 1916, la completa demolición de todas las casas existentes en la acera
izquierda, en el sentido de subida, de dichas calles para ensanchar sus
calzadas. Ese muro reemplazó las fachadas de los edificios derruidos en un
proyecto urbanístico que englobaba los accesos a la plaza del Carmen desde la
zona de la antigua Iglesia de San Juan Bautista y desde la propia calle de
Alfonso VIII.
2.- Ese muro, con la hiedra que
desde hace muchos años lo reviste, vino a conformarse como una novedosa y
afortunada interpretación de jardín vertical y ha constituido y sigue constituyendo para varias generaciones
de conquenses y visitantes una de las
imágenes urbanas más identificables y apreciadas del paisaje interior de la
ciudad de Cuenca, y representa una unidad urbanística plenamente consolidada que no debe sufrir alteración alguna en
detrimento de sus valores ambientales, históricos y paisajísticos.
Por consiguiente, la Real Academia
Conquense de Artes y Letras propone que la parte de ese muro hoy derruida sea recompuesta de nuevo tal y como estaba
anteriormente. En caso de que las actuales dificultades económicas sean
impedimento para ello, la propuesta de la RACAL es que esa reconstrucción tal cual era debe
ser un objetivo irrenunciable a cumplir cuando las circunstancias lo permitan,
arbitrándose entre tanto, y siempre de modo provisional, las medidas de
seguridad y accesibilidad que correspondan, que nunca deberán ser consideradas
como una solución definitiva.
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