LA OBRA EN CUENCA DE YÁÑEZ DE LA ALMEDINA EN LAS CHARLAS DE LA RACAL
ESTE MARTES 4 DE DICIEMBRE CON UNA CONFERENCIA DEL HISTORIADOR FERNANDO MARÍAS FRANCO
Las realizaciones llevadas a cabo en Cuenca por el
pintor renacentista Fernando Yáñez de la Almedina, introductor en tierras
valencianas y de Castilla de las fórmulas quattrocentistas italianas, protagonizarán
este martes 4 de diciembre la charla en los llamados Martes de la RACAL del
catedrático de Historia del Arte de la Universidad Autónoma de Madrid Fernando
Marías Franco. Será como de costumbre a partir de las ocho de la tarde en el
salón de actos de la corporación académica en su sede en la segunda planta del
edificio de las antiguas Escuelas de San Antón, junto a la iglesia de la Virgen
de la Luz, con, también como siempre, entrada libre y gratuita hasta completar
la capacidad del local.
Nacido en 1505 y fallecido en 1537, Fernando
Yáñez de la Almedina dejó pruebas tanto en sus cuadros como en sus dibujos de
las corrientes artísticas del quattrocento iltaliano tanto en su producción
pictórica como en sus dibujos, unas influencias nacidas de su directo conocimiento
de la pintura de Leonardo da Vinci –con quien se dice que pudiera haber colaborado
en el perdido mural de “La batalla de Anghiari” – conjugadas con las de otros
pintores italianos como Filippo Lippi o Perugino, influencias que habría
transmitido a discípulos directos como los valencianos Miguel Esteve y Miguel
del Prado o el conquense Martín Gómez el Viejo.
En su conferencia en la RACAL el profesor Marías Franco
y bajo el título de “Fernando Yáñez de la Almedina y los caballeros de Cuenca”,
contextualizará la obra en Cuenca de
este pintor –autor, por ejemplo, de las pinturas de los altares de la Piedad y
la Epifanía y del retablo de la Crucifixión de la llamada Capilla de los
Caballeros de la catedral– en diferentes ámbitos, desde el
arquitectónico al ideológico, del iconográfico al de autoría compartida con sus
clientes, los caballeros de la ciudad como los Carrillo de Albornoz, con sus
preocupaciones religiosas y funerarias específicas. También situará sus
obras conquenses en el contexto de un itinerario figurativo y artístico,
personalísimo, desde sus plurales experiencias italianas, su aludido vínculo
con Leonardo da Vinci y su regreso a la Península, entre el reino de Aragón y
el de Castilla.
Intentando no establecer
fronteras cronológicas rígidas o barreras disciplinares, ha procurado en sus
trabajos relacionar la arquitectura y las artes figurativas entre sí, como
productos de una misma cultura, y estudiarlos específicamente con referencia a
los fundamentos teóricos de sus diversas prácticas. Su nutrida aportación
a la historiografía, vertebrada como historia antropológica del arte, ha partido de su consideración del arte y la
arquitectura como realizaciones analizables no como una mera sucesión de
objetos sin conexión con sus diferentes contextos sino como inmersos en el
marco de una historia a la que contribuyen con su específica construcción de
una cultura de imágenes.
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