EL ESCRITOR FRANCISCO MORA INGRESA EL MARTES 20 DE ENERO EN LA RACAL
EL NUEVO ACADÉMICO, QUE OCUPARÁ
EL SILLÓN
CORRESPONDIENTE A LA LETRA T,
HARÁ GIRAR SU DISCURSO SOBRE
LA OBRA
DE DIEGO JESÚS JIMÉNEZ
EL ACTO TENDRÁ COMO MARCO EL SALÓN
DEL CENTRO CULTURAL AGUIRRE
Bajo el título de “Gramática
de la luz, sintaxis del color: la palabra soñada de Diego Jesús Jiménez” la
obra del ya desaparecido autor de “Bajorrelieve”,
una de las grandes voces de la lírica española contemporánea, ha sido el tema
elegido por el también escritor conquense Francisco Mora para su discurso de
ingreso, el martes día 20 del presente mes de enero como integrante de la Real
Academia Conquense de Artes y Letras. El nuevo académico numerario, cuya
candidatura fue presentada en su día por los académicos Pedro Cerrillo, José Antonio Silva y José
Luis Muñoz, ocupará el sillón correspondiente a la letra T que estaba vacante
tras el paso de su antecesor, el pintor Víctor de la Vega, a la condición de
académico supernumerario. Su intervención será contestada, por parte de la
Academia, por el periodista y escritor José Luis Muñoz Ramírez en el curso del
acto de investidura que tendrá lugar, a partir de las siete y media de la tarde
del citado martes 20, en el salón “Juan José Gómez Brihuega” del Centro
Cultural Aguirre de Cuenca.
Poeta, narrador,
autor teatral y columnista, Francisco Mora nació en 1960 en la población
conquense de Valverde de Júcar. Desde muy pronto se abocó a un quehacer
literario que se iniciaba en el campo de la escena para enseguida proseguir por
los cauces de la lírica y el relato en una labor que se iba a a ver refrendada por galardones como el Premio
Ciudad de Cuenca, el Fray Luis de León, el Alfonso VIII o el Carta Puebla.
Especialmente centrado durante bastante tiempo en la poesía con títulos como De la tierra adentro, La luna en los álamos,
Sonata breve con desnudo y lluvia, La noche desolada, Memoria del silencio o Palabras para conjugar tu nombre, es
autor también de los libros de narraciones Las
lágrimas y Todos los peces se llaman
Eduardo, una espléndida colección de treinta y un relatos que tuvo especial
repercusión a nivel nacional. Junto a todo ello hay que destacar asimismo su
intensa labor como columnista en las páginas de diarios como La Tribuna o El
Día de Cuenca o en revistas como Crónicas, textos en parte recogidos en el
volumen en solitario Ejercicios de
caligrafía y en el colectivo Cien
columnas, este segundo en unión de sus compañeros del grupo Columna Cinco,
así como sus numerosas colaboraciones de crítica literaria y su trabajo en la
coordinación de la segunda etapa de Diálogo de la Lengua. En los últimos
tiempos ha retomado su inicial dedicación a las tablas tanto con obras
originales cual Las hormigas o La Frontera, como con adaptaciones como
la de El retablo del flautista de
Jordi Teixidor, piezas todas ellas puestas en escena por el Taller Teatral de
la Escuela de Artes Cruz Novillo en el Teatro
Auditorio conquense.
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