LA POESÍA CONQUENSE DE LOS OCHENTA PROTAGONISTA EN LA RACAL
EL MARTES 18 A LAS 19,30 HORAS
CON UNA CHARLA DE FRANCISCO MORA
Francisco Mora
Tras haberse acercado en sus dos
anteriores convocatorias por un lado a las perspectivas y realidades del
turismo y por otro a la pintoresca trayectoria vital del fakir Daja-Tarto, la
Real Academia Conquense de Artes y Letras vuelve este martes 18 su mirada a la
poesía para analizar la producción de los creadores conquenses surgidos en la
década de los ochenta del pasado siglo. Lo hará con la charla que sobre ellos
ofrecerá precisamente uno de los integrantes de ese colectivo lírico, el además
de poeta también narrador y crítico literario Francisco Mora. Lo llevará a cabo
con una intervención en la que combinará
la conferencia con la lectura de buena parte de las que fueron las primeras
producciones de la que no duda en calificar – y habrá que ir a escucharle para
enterarnos del porqué – “la generación fantasma”. Será a partir de las siete y
media de la tarde en el salón de actos de la corporación académica, en la
segunda planta del edificio de las antiguas Escuelas de San Antón, junto a la
iglesia de la Virgen de la Luz.
Nacido en Valverde de Júcar en 1960, Francisco (Paco) Mora une a su ya
nutrida producción poética –con títulos como De la tierra adentro, La luna en los álamos, Sonata breve con desnudo y
lluvia, La noche desolada, Memoria del silencio, o Palabras para conjugar tu nombre– un hacer como narrador que, iniciado
con Las lágrimas y continuado en
distintas publicaciones colectivas alcanzaba especial resonancia en la crítica
nacional con la publicación de la colección de relatos cortos Todos los peces se llaman Eduardo de la
que, por ejemplo, Ángel Basanta destacaba en El Cultural del diario El Mundo la
“notoria variedad temática y formal” y la unión en sus textos de “vida y literatura
en la creación de atmósferas perturbadoras por medio de tramas absurdas que indagan
en los pliegues irracionales y misteriosos de la existencia cotidiana”. A ello
hay que añadir su larga y continuada trayectoria como columnista expresada en
publicaciones como La Tribuna, El Día de Cuenca o Crónicas y recogida en libro
en Ejercicios de caligrafía y en el volumen colectivo Cien columnas y su trabajo como crítico literario tanto en
esos mismos diarios y semanario como en revistas como Diálogo de la Lengua. Premiado con galardones como el Ciudad de
Cuenca, el Carta Puebla, el Fray Luis de León o el Alfonso VIII, su obra lírica
figura en antologías como Mar interior
o Los rostros de Medusa.
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