LA EXTRAVAGANTE Y PINTORESCA VIDA DEL FAKIR CONQUENSE DAJA-TARTO EN LOS MARTES DE LA RACAL
CON UNA CHARLA DEL ACADÉMICO JOSÉ ANTONIO SILVA EL MARTES 11 DE FEBRERO
Calificado de “truculento y casi
omnívoro” por el escritor Juan Manuel de Prada, el fakir conquense Daja-Tarto –cuyo
nombre real era el de Gonzalo Mena Tortajada– fue
sin duda uno de los personajes más pintorescos de su tiempo. Su figura y su
vida protagonizarán el día 11, con la charla que llevará a cabo el académico
José Antonio Silva, la nueva cita de “Los martes, en la Academia”, el programa
de actividades cara al público que cada semana desarrolla la Real Academia
Conquense de Artes y Letras. Será a partir de las siete y media de la tarde en
el salón de actos de esta institución, en la segunda planta del edificio de las
antiguas Escuelas de san Antón, junto a la Iglesia de la Virgen de la Luz.
Bombillas para el aperitivo, cuchillas para
el almuerzo
Nacido en Cuenca en 1904, Gonzalo Mena Tortajada se
dedicó profesionalmente al faquirismo, bajo el nombre artístico de Daja-Tarto,
acrónimo de su segundo apellido. Fue la
suya una vida extravagante –ya antes incluso de su incorporación el universo
circense- y salpicada de episodios disparatados y truculentos que hicieron de
él –nuevamente son palabras de Juan Manuel de Prada– un “mártir de barraca que
sustituyó los cilicios por las alfombras de púas y las dietas de vidrios
rotos”; y es que, en efecto, la biografía de Daja-Tarto pone a prueba a cada
paso nuestra credulidad y nuestra capacidad de asombro. “¡Qué novela se podría
escribir con este personaje…! –diría de él Alfredo Marqueríe, que lo conoció en
San Sebastián durante la guerra civil y cultivó después su amistad durante
largos años–. ¡Qué novela en la que el autor, sin poner nada de su parte,
limitándose solamente a transcribir los episodios descomunales de la existencia
del faquir, crearía un ámbito y un espacio de fantasía y de magia, de
inverosimilitud verosímil, de surrealismo real…! La vida en muchas
ocasiones da ciento y raya a la más fértil y fogosa fantasía!”. Su
peripecia vital quedó reflejada en el volumen autobiográfico Memorias del enigmático fakir Daja-Tarto.
El conferenciante
José Antobnio Silva Herranz (Cuenca, 1953), licenciado
en Filología Hispánica por la Universidad Autónoma madrileña ha sido, hasta su
muy reciente jubilación, catedrático de Lengua y Literatura en el instituto conquense
Lorenzo Hervás y Pandero. Además de sus
muy habituales colaboraciones tanto en diarios como en revistas o de su libro Cuenca ciudad levítica: cien años de un
tópico literario, es autor, junto con el también académico Hilario Priego,
de numerosos trabajos de crítica e investigación expresos en volúmenes como La poesía en las revistas de Castilla-La
Mancha (1939-1975) o Diccionario de
personajes conquenses (nacidos antes del año 1900), amén de su
participación en otros títulos de autoría colectiva. Hay que mencionar también
las ediciones (realizadas asimismo con Hilario Priego) de los artículos sobre
Cuenca de César González-Ruano, de la poesía original de Fray Luis de León, de la
edición facsímil de El Molino de Papel,
de la comedia La conquista de Cuenca y
primer dedicación de la Virgen del Sagrario del dramaturgo barroco Pedro Rosete
Niño, de la edición facsímil de las obras poéticas de Fray Luis de León realizada
por el P. Llobera en Cuenca en el año 1932 o de las Décimas a la muerte compuestas por un hidalgo de la ciudad de Cuenca,
así como del estudio La vida cultural en
la ciudad de Cuenca durante la posguerra (1939-1975), incluido en el volumen
que coordinado y escrito en su mayor parte por al también académico conquense Pedro
Miguel Ibáñez publicó la RACAL sobre el pintor Víctor de la Vega.
Poesía de José Vicente Navarro Rubio publicada en el blog:
ResponderEliminarEl estanque de la memoria: Poesía actual
Volver como las aves en sus ciclos
a los orígenes,
al mismo principio etéreo y centrífugo.
Volver a la alameda,
al columpio,
al nido,
a las calles empedradas,
a la silueta de un camposanto perdido,
para de vuelta del destierro artístico
que un día
a uno le fue concedido,
ser otra vez, uno mismo,
hijo de la tierra,
y gota de lluvia de una nube cayendo sin rumbo conocido
camino de un surco.
Volver como fakir
y comedor empedernido
de clavos, cristales y vidrios,
como Cristo clavado en una cruz
y destripaterrones truculento
y casi omnívoro
a su tierra
para ser recibido
como un martir de barraca
en la ciudad enamorada de un puente y su río.