LA REAL ACADEMIA CONQUENSE DE ARTES Y LETRAS VUELVE A EXPRESAR SU PREOCUPACIÓN POR EL USO DE LA EMBLEMÁTICA CASA DEL CORREGIDOR DE CUENCA Y POR LA SITUACIÓN EXTREMADAMENTE PRECARIA DEL ARCHIVO MUNICIPAL
LA CORPORACIÓN ACADÉMICA RECLAMA TAMBIÉN UNA OFERTA CONTRASTADA Y RIGUROSA DE LA REALIDAD HISTÓRICA Y CULTURAL DE LA CIUDAD
Esa preocupación, tanto
en lo que se refiere al propio edificio de la Casa del Corregidor como a la
también sin resolver situación de precariedad en que sigue encontrándose el
asimismo citado Archivo Municipal –un importantísimo servicio que desde hace
años no puede cumplir de forma correcta las tareas que le corresponden– ha
motivado que la corporación académica vuelva a expresar sus consideraciones al
respecto. En su nuevo comunicado la RACAL – tras recordar que los proyectos de
renovación del edificio se remontan a ya cuarenta años atrás, y expresar su opinión
de cómo las sucesivas corporaciones municipales, con independencia de su color
político, mostraron en general poca convicción a la hora de acogerse a créditos
estatales para inmuebles históricos, quizá por la necesidad de aportar para del
presupuesto de los trabajos, y analizar las distintas opciones que se fueron
esbozando, el comunicado de la RACAL, centrándose especialmente en esa ya
señalada situación de precariedad del Archivo Municipal, se muestra
especialmente desconcertada por la que considera “la absoluta incongruencia de
que una ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad se desentienda de los
documentos que avalan su trayectoria histórica” no acabando de prestar un
servicio que, pese a su imperiosa necesidad “ni es vistoso ni llamativo,
seguramente no da votos” pero para el que la RACAL aunque, como también señala,
pueda volver a ser predicar en el desierto, sigue urgiendo una solución.
Tras toda una serie de
consideraciones sobre las características actuales del turismo masivo y su
impronta en el día a día ciudadano tanto para la Casa del Corregidor como para el
resto del casco histórico de Cuenca, la RACAL considera que mejor que algunas
de las opciones que hoy por hoy existen en la agenda turística de la ciudad
“parecería más coherente una oferta cultural contrastada y de contenido
mínimamente riguroso” para “mostrar al visitante local y foráneo una panorámica
sucinta de la historia de esta ciudad apoyada en documentos, imágenes,
maquetas, recursos visuales y cuanto se estime oportuno para propiciar, con motivación
y estudio, el conocimiento veraz del pasado y el presente” dando de lado otros
usos menos adecuados aunque puedan ser puntualmente llamativos, porque,
finaliza el comunicado, no hacerlo así “mediante un discurso formal apropiado
hurta al ciudadano la comprensión auténtica del ayer y el hoy. La historia es
reflexión informada, no espectáculo divertido”
Adjuntamos a continuación
la versión integra del comunicado de la Real Academia Conquense de Artes y
Letras que, por otro lado, puede también
consultarse en el antes mencionado blog de la institución https://blogracal.blogspot.com/:
COMUNICADO DE LA RACAL
“La Real
Academia Conquense de Artes y Letras lamenta el uso inadecuado que se está
dando a la Casa del Corregidor, uno de los edificios emblemáticos de la ciudad
de Cuenca, a la vez que reclama al Ayuntamiento que solucione lo antes posible
la situación de precariedad en que se encuentra el Archivo Municipal, un importantísimo servicio que desde
hace años no puede cumplir de forma correcta las tareas que le corresponden.
De
vinos festivos y celdas terroríficas
Han transcurrido más de
dos años desde la finalización formal de las obras de restauración de la Casa
del Corregidor de Cuenca y gotean desde entonces en los medios informativos las
noticias referidas al uso que cabe dar aún al edificio, según manifiestan de
vez en cuando y de forma improvisada las autoridades municipales. Ante lo
frágil de la memoria, parece necesario recordar que los proyectos de renovación
a él referidos se remontan a más de cuarenta años atrás. Hubo poca convicción
en las sucesivas corporaciones municipales a la hora de acogerse a distintos
créditos estatales destinados a mantener inmuebles históricos. Disuadía primero
la necesidad de aportar una parte del presupuesto a ejecutar de fondos propios
de la ciudad. Pese a lo hueco de las declaraciones de algún prócer ilustre,
tampoco se veía realmente claro como opción el destino pretextado en las
solicitudes, consistente en proporcionar una sede digna y definitiva a los
papeles del Archivo del Ayuntamiento. Vegetaban los proyectos arquitectónicos
una y otra vez reformados, se dilataba con estratégica indolencia el realojo
algo conflictivo de los vecinos poseedores de viviendas en el local. Una
Escuela Taller y alguna reparación de importancia en la techumbre mantuvieron
la entelequia del objetivo. Seguía siendo éste en su enunciado instalar los
papeles del Archivo, además de añadirle un museo donde exhibir lo más selecto
del patrimonio artístico municipal y proponer una visión de conjunto del pasado
de la ciudad. El tiempo y la reiterada cortedad de miras fueron difuminando
inexorablemente el propósito.
Quizá no haya irregularidad en trastocar la inicial
justificación de un presupuesto, seguramente finalista. Los juristas
dictaminarán si se les consulta. Ejemplo tenemos en la mutación de destino
sobrevenida al Centro de Recepción de Turistas, ahora Gerencia Municipal de
Urbanismo sin objeción legal al parecer. Lo que sí resulta claro a estas
alturas es que, valido de sus recursos presupuestarios, el Consorcio de la
Ciudad de Cuenca se ha instalado hace tiempo con enorme holgura en la planta
noble del caserón. El resto, como el coronel de García Márquez, no tiene quién
le escriba. Da la impresión de que, a falta de un proyecto ponderado y
consistente, entre las autoridades municipales se abren camino las propuestas,
banales y diversas, para esfumarse enseguida por inconsistentes. Con escaso
realismo en primer lugar, el espacio interno es percibido como algo inmenso,
capaz de acoger, flexibles sus muros, no se sabe cuántas cosas. Lo intrincado
de la distribución de tal ámbito anima la exhibición anatómica de las
estructuras, como si el conocimiento de las personas mejorase teniendo el
interlocutor noticia directa de su esqueleto y sus vísceras.
Según cabía prever del poco entusiasmo manifestado por las
distintas corporaciones municipales a lo largo de las últimas décadas, el
proyecto tocante al Archivo fue difuminándose hasta desaparecer, sin observarse
diferencia de color político en cuanto a la negligencia, hecha por fin decisión
real, frente al problema. Contribuyó a ello también la imposición ministerial
de respetar algunos forjados y estructuras, provocando con ello que la
consiguiente irregularidad de los ámbitos impidiese al cabo un aprovechamiento
eficaz de la superficie útil disponible una vez fueron prohibidas de manera
tajante las imprescindibles demoliciones. Con todo, no ha parecido después
quedar descartado por completo el propósito inicial, a juzgar por ciertas
pintorescas manifestaciones de unas cuantas autoridades locales. Ignorando que
el Archivo forma una unidad indivisible por ser sus papeles trasunto del
devenir histórico de la ciudad donde no hay interrupciones, manteniendo sin más
consideración su desastrosa dispersión actual, se estimó conveniente realizar
una instalación selecta de una porción precisa de los documentos y una
exhibición de algunos de ellos estimados singulares. No sabemos el criterio con
el que la insinuada selección “VIP” habría de hacerse ni por parte de quién
tampoco. Por otro lado, denominar “incunables” a las piezas destacadas de una
hipotética exposición documental revela la suficiencia engreída de alguno poco
versado en estas materias. Tanto como denominar “legajos” a los papeles sueltos
aparecidos en alguna dependencia de la Casa, resto lamentable del archivo
judicial que allí estuvo penosamente guardado. La sonrisa se torna aquí gesto
amargo.
Seguramente no tiene objeto ya reivindicar aquel proyecto,
devaluado y desnaturalizado por obra de todos cuantos han tenido algo que ver
con él. Ya lo dijimos sin obtener respuesta alguna hace meses. La absoluta
incongruencia de que una ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad se
desentienda de los documentos que avalan su trayectoria histórica sigue ahí,
aunque dudamos de que sonroje a quien debería velar por que se conserven de
forma adecuada, se consulten y difundan. Aunque necesario por muy diversas
razones, prestar tal servicio ni es vistoso ni llamativo, seguramente no da
votos, qué se le va a hacer. Predicamos otra vez en el desierto y tropezaremos
de nuevo con la más absoluta indiferencia social y política, pero seguiremos
urgiendo una solución.
Llegamos por fin al nudo de la cuestión, la búsqueda
programada del espectáculo con la mayor repercusión social por parte de las
instituciones. Una de sus manifestaciones más notorias es la del turismo
masivo. Rendirse a él parece ser el objetivo marcado ahora, así para el
edificio que nos ocupa como para el resto del casco histórico de Cuenca. No
importa cómo con tal de poder ofrecer cifras considerables de visitantes y
derivar de ahí un incierto éxito que publicitar. El atractivo más que dudoso de
la visita aséptica a los túneles antiaéreos marcaría la senda de la sorpresa
gratuita. Como si no nos rodeasen ahora mismo circunstancias atroces, evocar la
truculencia, la inhumanidad, la crueldad y el espanto vigentes antaño con la
mirada puesta en algún hecho concreto, procuraría una catarsis de andar por
casa al ahuyentar un mal sueño. Aislar de su contexto social y político la
cárcel inmisericorde y la precariedad de sus instalaciones hace siglos
provocaría como entretenimiento una sensación de alivio parecida a la del cine
de catástrofes cuando contrastamos sus argumentos terribles de final feliz con
nuestra prosa cotidiana. No se trata de formular alegatos, tan sólo de situar
el pasado sin dejar de echar un ojo avisado al presente en el que los
indudables cambios muy positivos experimentados no son en absoluto ajenos al
dolor y al miedo derivados de hartas injusticias por mucho que lo ocultemos
tras el optimismo de las apariencias favorables.
Consideramos por eso que parecería más coherente con una
oferta cultural contrastada y de contenido mínimamente riguroso aprovechar la
condición de sede del representante del poder estatal -no su casa “solariega”,
porque de un funcionario público, el corregidor, hablamos- para mostrar al
visitante local y foráneo una panorámica sucinta de la historia de esta ciudad
apoyada en documentos, imágenes, maquetas, recursos visuales y cuanto se estime
oportuno para propiciar, con motivación y estudio, el conocimiento veraz del
pasado y el presente.
Las
leyendas sin crítica, las tergiversaciones históricas a cargo de indocumentados
oficiales, los pintoresquismos rebuscados, las falsas singularidades, las
emociones ficticias estimuladas por una vacua escenografía de forzado misterio,
no son otra cosa que toscos señuelos y no deberían tener sitio ni ponerse de
manifiesto en un proyecto informativo que cuente con el soporte institucional
del Ayuntamiento de Cuenca. No nos parece que el aprovechamiento de una
inversión pública que supera con creces el millón de euros, además de albergar
unas más que vistosas oficinas administrativas, se justifique organizando al
azar catas de vino en ellas, ofertando asombro con imaginarias falsedades
teatrales más o menos morbosas, ni programando visitas a un edificio donde la
historia ha dejado a las claras su impronta. No hacerla asequible mediante un
discurso formal apropiado hurta al ciudadano la comprensión auténtica del ayer
y el hoy. La historia es reflexión informada, no espectáculo divertido.”
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