JOSÉ MARÍA ALBAREDA DISEÑARÁ EL CARTEL DE LA SEMANA SANTA CONQUENSE DE 2024

El pintor, profesor de dibujo y académico de número de la Real Academia Conquense de Artes y Letras José María Albareda será el cartelista de la Semana Santa de Cuenca del venidero 2024 tras el acuerdo al respecto recién tomado por la Junta de Diputación de la Junta de Cofradías de la capital conquense. En sus primeras declaraciones a los medios de comunicación el artista ha hablado del riesgo y el compromiso que suponen para él un encargo que, desde la fidelidad a las propias características formales y expresivas de su estilo, afrontará teniendo también en cuenta como referentes los trabajos para estas celebraciones firmados con anterioridad por creadores como Antonio Saura, Fernando Zóbel, Rafael Canogar, Miguel Ángel Moset, Óscar Pinar, El Manchas o Carlos Codes.

Nacido en 1960 en San Clemente, José María Albareda Ortiz, licenciado en Bellas Artes por la facultad valenciana de San Carlos y catedrático de dibujo de Educación Secundaria, une a esa condición docente desarrollada en el Instituto Fernando Zóbel de Cuenca capital complementada con sus tareas como tutor en cursos de formación de profesores de Secundaria y en el Practicum del máster universitario para ese colectivo, una asentada trayectoria como artista plástico con un amplio catálogo de exposiciones tanto colectivas como individuales desde la que fuera su primera muestra, en 1982, en la Casa de Cultura de su localidad natal, a la última, la llevada a cabo este mismo año, del 15 de junio al 17 de julio, bajo el título de “Entidades” en la Sala Acua de Cuenca, nutrido ejemplo de un hacer asimismo reconocido con los numerosos premios y selecciones de obras conseguidos en distintos certámenes. Es asimismo coautor, junto a Ángel Izarra, del volumen Cuenca, rumor de la piedra en el que las pinturas de ambos artistas se ofertan acompañadas por textos de distintos escritores. En palabras de Hilario Priego, Albareda escoge como motivos de su pintura temas cotidianos como principio de un proceso en el que la imagen pictórica, al materializarse, sea vehículo del mayor número posible de soluciones plásticas siempre a la busca de la unidad entre lo sutil y lo corpóreo, lo premeditado y lo furtivo, con el color como elemento evocador y sugeridor de sensaciones y emociones.




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