LA RACAL EN CONTRA DE LA DESAPARICIÓN DEL TREN CONVENCIONAL POR CUENCA

 

ASÍ LO SEÑALA EN EL COMUNICADO PÚBLICO QUE HA DIRIGIDO A LA SOCIEDAD CONQUENSE


Cumpliendo el compromiso que considera que como institución tiene con la sociedad de nuestra provincia, la Real Academia Conquense de Artes y Letras de Cuenca ha hecho público un comunicado rechazando la anunciada probable desaparición de la línea del ferrocarril convencional contemplada en el denominado Proyecto X Cuenca que presentado por el ministerio de Transportes, Movilidad y Agencia Urbana contaría en principio con el beneplácito de los actuales rectores de las administraciones autonómica, provincial y local. Según este comunicado la RACAL se considera obligada a unirse a la protesta formulada por los colectivos que “se sienten concernidos y atropellados por la decisión de terminar con el servicio ferroviario tradicional en esta provincia, más que centenario en uno de sus tramos”, un servicio que señalan que “aunque, ni de lejos, respondió a todas las expectativas de desarrollo económico puestas en él por quienes instaron su establecimiento y lo defendieron antaño, parece evidente que, durante muchos años, sirvió para articular y vertebrar de diverso modo la conexión entre una parte importante de la provincia y su capital con Madrid y Valencia”. Tras destacar que “ni el trazado original de ambos tramos, hacia Madrid y hacia Valencia, ni tampoco su necesaria modernización o mantenimiento, merecieron luego la imprescindible atención de sus responsables” y cómo “en paralelo con la inexorable despoblación que la Alcarria y la Sierra conquenses padecían fue viéndose después menoscabado el servicio sometido a un constante deterioro”, la Academia afirma asimismo su convencimiento de que resulta “del todo irreal a la hora de solucionar las auténticas necesidades de la población rural afectada la hipótesis ofertada por la administración de crear a propósito un servicio de autobuses, “a demanda” precisa de los posibles viajeros. Sus características previsibles contribuirán con toda probabilidad –sigue diciendo la RACAL–  a la disuasión de los teóricos usuarios y a otorgar una coartada prefabricada a la medida de mayor alcance ya decretada”. El comunicado se cierra señalando “la marginalidad a que conduce la pérdida de infraestructuras y servicios asequibles en un determinado territorio cuyo deterioro y vaciamiento parecen sometidos a unas inexorables leyes económicas de carácter inapelable sin que les pongan coto decisiones políticas orientadas por la necesidad de implantar, además de una mayor equidad solidaria entre regiones, un conjunto de medidas capaces de asegurar unos servicios dignos a los habitantes de las más empobrecidas y despobladas del Estado”.

Reseñamos a continuación en toda su integridad el comunicado:

“Cierto es que, en un sentido amplio, el principal cometido de la Real Academia Conquense de Artes y Letras es promover la cultura en la ciudad y provincia de Cuenca y así lo ponen de manifiesto sus Estatutos. Indiscutible es asimismo la índole humanística, literaria o artística del perfil intelectual de sus miembros. Apoyados en ambas premisas y sin proponer en él distinción alguna, consideramos principio elemental al que atenernos como institución nuestro compromiso, plural e inequívoco, con las personas que componen la sociedad de estas tierras.

No estamos en condiciones de proponer detalladas soluciones de carácter técnico ante tan grave problema, pero no cabe duda de que resulta obligado unirnos a la protesta formulada por cuantos, junto a nosotros, se sienten concernidos y atropellados por la decisión de terminar con el servicio ferroviario tradicional en esta provincia, más que centenario en uno de sus tramos. Aunque, ni de lejos, respondió este sistema de transporte a todas las expectativas de desarrollo económico puestas en él por quienes instaron su establecimiento y lo defendieron antaño, parece evidente que, durante muchos años, sirvió para articular y vertebrar de diverso modo la conexión entre una parte importante de la provincia y su capital con Madrid y Valencia.

No es este el lugar de hacer el relato de cuantas vicisitudes afectaron a esta línea férrea a lo largo de más de un siglo. Sin embargo, en el recuerdo de muchos de nosotros está todavía que por ella transitaron hasta hace alrededor de cuarenta años los trenes Talgo, los más rápidos y confortables del momento, uniendo Madrid con Valencia y finalmente con Barcelona. No examinaremos las razones técnicas que llevaron a ir devaluando después de manera inapelable la calidad del material móvil mediante la sucesiva sustitución con vehículos de menor calidad, cuando no muy deteriorados por la vejez, de los convoyes en circulación una vez se hubo optado, debido a evidentes razones políticas, por otras rutas distintas para realizar esta comunicación. Sí nos importa destacar que, ni el trazado original de ambos tramos, hacia Madrid y hacia Valencia, ni tampoco su necesaria modernización o mantenimiento, merecieron luego la imprescindible atención de sus responsables.

En paralelo con la inexorable despoblación que la Alcarria y la Sierra conquenses padecían fue viéndose después menoscabado el servicio sometido a un constante deterioro. Las nulas inversiones en el trazado repercutieron de manera sin duda premeditada en una creciente incomodidad para los viajeros, una mayor duración del trayecto y un incomprensible alejamiento de las estaciones de origen y destino, obligándose a los usuarios a realizar enojosos transbordos en un contexto de horarios cada vez más disparatados, resultando en consecuencia inútiles. No se interrumpió tampoco en el medio siglo referido la previa sangría demográfica y ésta, unida a los inconvenientes descritos contribuyó a que cada vez hubiese menos demanda de un servicio progresivamente menos atractivo. Ni qué decir tiene que, al mismo tiempo, lejos de afianzar una línea que hubiese sido capaz de asegurar un adecuado transporte de mercancías provenientes del puerto valenciano hacia el interior peninsular, quedó asimismo anulado en la práctica dicho tráfico siendo derivado hacia otras rutas no sabemos con qué criterio deliberado, si político, práctico a pequeña escala o negligente de manera estudiada.

Sólo de pasada mencionaremos por fin la sospecha verosímil de que alguien haya puesto los ojos en una operación especulativa de carácter urbanístico sobre el espacio que ocupan los terrenos propiedad de Renfe en la ciudad. Éstos, tras el paulatino abandono de actividad en ellos, quedarían ya definitivamente liberados de perpetrarse finalmente el despojo anunciado. Tan sólo nos atrevemos a advertir acerca de la reiteración en el error que llevó a pensar como de expansión urbana los terrenos próximos a la actual estación del AVE, instalada en medio de labrantíos y junto a un vertedero y sin visos de que cambie tal entorno en breve espacio de tiempo. Carente de actividad económica suficiente la ciudad y sin perspectivas de un auténtico desarrollo a la vista, parece muy difícil que la población urbana crezca lo suficiente como para ocupar unas posibles viviendas levantadas para otra cosa que no sea una especulación de cuyo final catastrófico nos tiene suficientemente avisados la experiencia reciente.

Por otro lado, estimamos del todo irreal a la hora de solucionar las auténticas necesidades de la población rural afectada la hipótesis ofertada por la administración de crear a propósito un servicio de autobuses, “a demanda” precisa de los posibles viajeros. Sus características previsibles contribuirán con toda probabilidad a la disuasión de los teóricos usuarios y a otorgar una coartada prefabricada a la medida de mayor alcance ya decretada.        

Resta por fin referirse al señuelo propuesto de transformar las de hierro en “vías verdes” destinadas a un turismo que no sabemos cómo, si no es mediante contaminantes vehículos privados, accedería a ellas, ni tampoco dónde. Propuestas evanescentes ambas, carentes de estudios previos, bien contrastados y serios. Ellas no harán sino subrayar la marginalidad a que conduce la pérdida de infraestructuras y servicios asequibles en un determinado territorio cuyo deterioro y vaciamiento parecen sometidos a unas inexorables leyes económicas de carácter inapelable sin que les pongan coto decisiones políticas orientadas por la necesidad de implantar, además de una mayor equidad solidaria entre regiones, un conjunto de medidas capaces de asegurar unos servicios dignos a los habitantes de las más empobrecidas y despobladas del Estado”.

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